top of page

Quizá, dentro de este basurero, puedas encontrar     

      

          el pedacito de cartón que hace falta a tu rompecabezas.

Quizá la tuerca que buscas para amacizar esa parte

          de ti que cada noche se te cae.

Quizá el rincón olvidado de tu casa.

Quizá el pez azul de tu locura.

Quizá el escudo de uno de tus apellidos.

Quizá la sombra.

Quizá el hueco que dejan las lágrimas al escapar.

Quizá el verano.

Quizá la fecha de tu consagración.

Quizá una flor, o una sonrisa.

O quizá, nada.

 Y se fueron subiendo una encima de otra

hasta llegar a formar una torre enorme.

Después, una tras otra se fueron bajando  

 hasta desaparecer.

Ceniza en el templo

          Morir

          ¡Ay!

           Entrando por la primera canción

y dando vuelta enseguida hacia el alba;

ahí, sin número y sin aviso previo 

descubrirás el gusto de toda esperanza

y la visión rescatada de tu principio.

          Pronunciarás, sin saber cómo,

          el nombre desconocido;

recibirás una pequeña piedra blanca

y escucharás al fin, la voz central.

 

¡Verás que es todo tan dentro,

                        tan siempre, 

                        tan deveras!   

Nuestro Yo y Mi Nosotros

 

Espejo repetido en todas las paredes,

mi nosotros saluda repetido,   

escribe y canta, trabaja y crea,

gozando ilusionado con lo que la naturaleza le concede.

Sufre también.

Enferma y muere.

 

Con la mano en el pecho

desde el fuego perene vigilando,

en silencio nos habla nuestro Yo.

Su corazón compartido marca el ritmo

del  despertar y del florecimiento,

esperando amoroso el día domingo. 

Cuando calló mi canto

te quedaste quieta

ni siquiera una lágrima  

ni siquiera una sonrisa

creo, ni siquiera estabas tú.

 

Cuando calló tu canto

todo se hizo ausente

ni siquiera un aroma

ni siquiera un color

creo, ni siquiera estabas tú.

Mariposas negras

Correctas cuando vais por el campo

¿Por qué traéis la noche a las sabanas de la inocencia?

¿Por qué  reveláis los secretos de todos nosotros,

los secretos guardados por siglos de santo pudor?

¿Qué pretendéis conseguir con tanta ligereza? 

La verdad, no es lo que traéis.

La luz, tampoco desde luego.

¿Es solo un juego ese vuelo nocturno?

Os digo que ese volar no es para volar

es para caer debajo de la cama

y ya no es respirar

           ya no.                                

                                         

 Os lo digo.    

 

 

                            

           Mi acta de nacimiento es inservible,

no puedo ir con ella a ningún lado

no me sirve para nada.

           Dice, si, que nací en Ciudad de México

un  18 de Febrero de 1938, que soy hijo 

de Alfredo y Clara y todo lo demás.

           Pero no dice que yo sigo naciendo

un poco cada día

o un poco cada año

pues esto de nacer

(todos lo saben)

es doloroso.

          Estoy por eso buscando una nueva acta

                                             de nacimiento

que diga que, (aunque de tarde en tarde)

yo sigo naciendo.

           Así podré viajar con ella,

podré llegar algún lado

a ese algún lado que está del otro lado

                                           de este lado

                                           (el de nacer)

Y así podre morir

                morir ya tranquilo.

Como un canto mexica.  

 

Estoy en el lugar de estar 

en este estar.

                 despierto, temporal, postrero

 

                 en soledad, vencido

pero estoy solo por hoy, amigos mios,

mañana podré decir que ya no estoy

                podré decir que soy .

 

 

Amigo Nicodemo:

Te dijeron que nacieras de lo alto

y  estas colgado allí desde entonces.

La imagen matutina que el conocimiento

             te da todos los días,

es destruida cada tarde por tu mano egoísta

sin darte cuenta, hombre sabio, que tienes

que vaciarte de tu ciencia.

Amigo Nicodemo

Se vientre transparente y vacío

          y en diez lunas franquearás la puerta.

¿Cómo saldremos de aquí,

amigo, vecino, compañero,

de este tiempo a destiempo?

 

¿Cómo saldremos de aquí

sin contraseña,

sin la cesta de pan, sin los pescados?

 

¿Cómo abriremos la puerta,

oculta,

entre mil viejas preguntas, sin respuesta?

¿Es tu miedo como el mío, amigo lobo,

que me crece  debajo del vestido,

                    debajo del pelo,

                    debajo del color de mi apellido?

         Todos sentados a la mesa,

mirando en silencio su pedazo de pan,

llevándolo lentamente hasta la boca, 

comiendo cada uno su propio misterio.

DELIRIO A LA VISTA.

Es la nave

es la casa

es también la puerta para pasar 

a la otra nave

a la otra casa

y también a la otra puerta para pasar a …

Hermano profeta:

¿Estás allí todavía esperando que vengan 

a cortarte la cabeza? 

Los Herodes se han multiplicado y tienen

ahora tanto trabajo, que pienso, debes irte.

 

Ha llegado el tiempo de volver a hablar

de volver a clamar desde el desierto.

Ha llegado la hora de gritar y gritar y gritar

                                         y así morir. 

¿En dónde leíste  

que debes matar a tu padre 

para ser tú mismo?

¿Quién te dijo semejante cosa?

¿ No te habrás equivocado de historia?   

Una sola cosa,

          (o tal vez dos)

He aprendido en todos estos años:

cubrirme siempre la cabeza

          (respecto al tiempo, tal vez),

y poner en el centro el corazón.

Con la cabeza entre las manos

y los codos hincados en el no saber

pregunto.

Pregunto, como siempre,

por lo que ésta escondido desde dentro

por lo que no puede ser contestado

pero pregunto

                   por si acaso …

A la parte más alta de su casa

sube cada noche el astronauta

que allí, puntual,

le aguarda su asteroide.

Estoy aquí

de nuevo solo

con los cimientos entre las manos

¿Y mis manos?

¿Podré encontrar al menos mis manos? 

 

Desde aquí con un poco de tumba floreciendo

                con un poco de aurora pereciendo.

Hoja del calendario recogida del cesto de papeles …

Sentado en mi tristeza miro pasar tu barca.

Ay si supiéramos al fin la dirección del viento.

 

 

Tu figura no existe, madre  

                                (¿ de quién eres tú madre todavía?) 

Se la llevaron de la mano uno por uno   

los  comerciantes de todas las provincias   

con quienes te veías tarde a tarde en la trastienda

 

Mira, te dejaron el cambio  

                                          

                                 (¿Recuerdas las cuentas de colores?) 

este olor

este aullido

estos bastardos

 

Tu figura no existe, madre

                                  (¿Hacia dónde quieres volver ahora la cabeza?)    

      Soledad M. de Villanarciso.  (Alfredo Castañeda) 

bottom of page