Para Hortensia
Noche 30 de septiembre 1966.
Hortensia.
Hay una palabra que siempre he deseado, pronunciar aplicándola a una mujer.
COMPAÑERA.
Compañera es más que mujer
es más que madre
es más que amiga
es mucho más que amante.
Y es todo junto.
Compañera puede serlo la novia.
Lo debe ser la esposa.
Tú vas a ser mi compañera, lo quiero.
Lo pido a Dios.
Ayúdame a conseguirlo.
Para empezar, alégrate.
Para empezar yo me alegro.
Ayer te escribí estos versos para ti.
Siempre escribí estos versos para ti.
Octubre de 1966.
Hoy fuimos diferentes, hace un rato éramos diferentes.
Hoy fuimos diferentes sabiendo que éramos los mismos.
Fue hermoso.
Ojalá otro día seamos diferentes (mejores también)
Ahora, aquí, escribiendo vuelvo a ser el mismo.
(Yo para mí, siempre soy el mismo)
Alguna vez escribo para ti.
Acapulco mayo 1967.
En el mar están todos los colores reunidos hoy.
Desde el cuarto del hotel los veo a todos ellos,
y el azul es más alegre.
Hortensia ésta planchando mis pantalones.
y siento que es tan feliz
como este día el azul.
Alégrome mujer,
porque en tus campos he puesto la semilla.
Alégrome mujer,
porque aún siendo la noche tus entrañas
muy pronto van a enloquecer.
Alegrémonos hoy
mujer de tierra,
mujer de cielo rojo (ojalá sediento),
porque locura brotará, lo siento,
le pido con ardor, con impaciencia,
con amor y verdad.
¡Ay, providencia!
de mayo 1967
Nuestras manos;
se entrelazan,
descienden,
se abren y cierran,
descubren.
Nuestros dedos;
encuentran,
recorren,
vibran,
se juntan de nuevo.
Nuestros ojos;
cerrados.
Yo no hablo de la flor ni hablo del canto.
Grito sediento,
necesitado de TI
de Tu VACíO.
Aquí mirando en el interior de tus ojos
descubro el camino mayor,
el día mayor ,
el día eterno.
Cantando de entusiasmo,
gritando de entusiasmo,
pierdo el habla,
pierdo el sentido de las cosas,
y resbalo poco a poco,
sin poder evitarlo,
hacia dentro.
El canto de Mí.
La casa de Ti.
Y Tú de Mí.
Y Yo de Ti.
Tu mirada y la mía se parecen
cuando vemos el sol.
Tu mirada y la mía se parecen
cuando vemos el mar.
Tu mirada y la mía se parecen
cuando te veo y me ves.
Del olor de tu pelo es mi añoranza,
del sabor de tus labios mi apetito,
y del ritmo espontáneo de tu danza,
mi poema.
Tú y yo estamos de acuerdo,
pero no hacemos más que hablar
y nuestras palabras nos separan.
Desde el viento, violento
hasta la brisa, sin prisa,
siempre te reconoceré.
Te descubriré entre todos los cantos
y de entre las flores que crecen a la orilla del camino
te eligiré cada tarde a ti sola.
Dejémonos ahora, llevar por el viento
(o la brisa)
y el profundo cantar de la tarde.
Hemos pasado mil veces por este lugar y
nunca habíamos sentido lo que hoy.
Y es que hoy hemos pasado por aquí,
juntos.
Nuestra casa no tiene puertas
ni ventanas
ni paredes
ni techo.
Nuestra casa somos nosotros.
Mujer:
Ay si supieras
oh tierra
oh nieve
oh cielo…
El precio que pago estando ausente… y sin ti.
Nosotros, acostados,
bajo el más grande de los valles,
DESPERTAMOS.
Nosotros, de rodillas,
ante el más grande de los valles,
IMPLORAMOS.
Nosotros, de pie,
en el más grande de los valles,
PERDONAMOS…
Y FLORECEMOS.
¿Yo no seré yo cuando te encuentre?
¿Y qué? Si tú no serás tú tampoco al verme.
Seremos otra tú y otro yo, seremos veinte,
Seremos para entonces todo el mundo,
Seremos …
Seremos...
Seremos...
Podríamos ser, quisiera recordarlo
un poco de correr, un poco de mirar y un alto en el camino.
una señal en el campo y otro beso,
agua
canción
sonrisa mañanera
guitarra amiga tras las cosas que siguen el camino.
¡Y a correr! Y a mirar, y a seguir el recorrido!
Más claro.
Más amigo.
Camino largo,
sediento.
Camino largo,
presiento,
que ya va a florecer,
que ya va a aparecer,
el tiempo del agua,
de la fuente.
Y tú allí sentada.
El tiempo de los dioses se parece al nuestro.
Está hecho de una sola hora redonda
que gira eternamente en nuestro corazón.
Que yo no sé si fue o no fue una despedida
cuando cerraste.
Porque no eran aún las diez,
ni eran las siete noches de amor que me prometiste.
Batalla de amor en una sola tarde,
sin nadie en el lugar de los vencidos.
Cuando estoy contigo y tú no estás,
me sorprendo hablando con tu pelo,
buscando tus manos.
¿Qué lugar visitas?
¿Quién tú corazón me roba?
viajo también.
Te busco en el país de los vacíos,
en la tierra de ausencia.
Te busco;
¡Qué terrible lugar!
¡Qué nada!
Tus ojos me miran o
tus ojos se miran en los
míos y los míos en los
tuyos descubren un espacio
que es mío y al cual pertenezco
y que tú tienes
y no yo o tal vez …
Tus manos …
tu boca …
tu vientre …
Igual que en esas tardes tu perfume es azul.
Volví a mirar la enredadera,
me entraré en sus ramas
y volveré a ver el mar,
el mar, el mar, el mar.
Cuando llegamos a la orilla del mar se presentía
el cambio. Nuestras miradas no estaban fijas en nada a
pesar del espléndido espectáculo que teníamos delante.
El viento parecía salir de entre nosotros y los sonidos
de la tarde rebotaban en nuestros cuerpos sudorosos
para confundirse en un zumbido grave y permanente.
Ahora que el sol empieza a ocultarse, el agua
nos llega ya a la cintura y avanzamos todos en una
sola dirección.
El cambio se ha operado al fin.
Somos gotas que se evaporan en diferentes
momentos, pero somos también río caudaloso
que mueve turbinas y llena la luz del horizonte.